Irregularidades de Augusto
Suetonio, II, 26
En el ejercicio de las magistraturas y cargos públicos cometió diversas irregularidades. Unos, los asumió antes del plazo legal. Otros, los creó de nuevo cuño. Y otros los ejerció con carácter vitalicio.
Tenía diecinueve años cuando se apropió del consulado. Puso a sus legiones amenazadoramente ante las puertas de Roma y mandó mensajeros al Senado para que, de parte del ejército, reclamasen para él el consulado. Como los senadores anduvieran indecisos, el portavoz de la misión, centurión Cornelio, se quitó la capa, dejando ver el puño de su espada. Señalándola con un ademán no vaciló en decir, en plena Curia: "Si no lo hacéis vosotros, lo hará ésta".
Nueve años más tarde tomó posesión de su segundo consulado. Con un año de intervalo, volvió, por tercera vez, a recibir las insignias consulares. Y, desde esa vez, los ostentó de modo consecutivo, hasta el decimoprimero, año tras año. Luego, declinó muchos otros que se le ofrecían hasta que, al fin, tras un lapso de diecisiete años, ostentó el decimosegundo y dos años más tarde pidió expresamente el decimotercero, pues quería estar investido de la más alta magistratura para poder promover, uno tras otro, a sus dos hijos [adoptivos: sus nietos], Cayo y Lucio, a quienes había educado bajo su tutela.
Los cinco consulados que van del sexto al décimo los desempeñó por todo el año y los demás sólo por unos meses: nueve, seis, cuatro y tres. Y el segundo, nada más que por unas horas. Pues el mismo día 1 de enero, por la mañana, ocupó un instante la silla curul ante el templo de Júpiter Capitolino y de inmediato renunció al cargo, haciéndose reemplazar por otro. No siempre pudo recibir personalmente el consulado en Roma: el cuarto se le dio estando en Asia, el quinto, en la isla de Samos y el octavo y el noveno, en Tarragona.
Selección de textos sobre Augusto