1. En el año 180 se atestiguan los primeros mártires en África, densa en cristianos y, hasta entonces, sin víctimas conocidas. Poco antes (h. 177), Melitón de Sardes se queja ante Marco Aurelio de ciertas persecuciones en su tierra como de algo "nuevo e inaudito", por lo que no podían venir de antiguo. Melitón recuerda que, excepto Nerón y Domiciano, nadie había mandado castigar a los cristianos por serlo. Hasta ese momento, en que parece que algún poder local en la provincia de Asia está actuando con dureza, pero por su cuenta, el número de máártires, exceptuada la actuación de Nerón en el incendio de Roma del 64, es míínimo y esporádico y podría tener su justificación en un supuesto non licet esse vos ("no tenéis derecho a existir") de época neroniana, según el cual el mero hecho de ser cristiano implicaba la pena de muerte. Un rescripto de Adriano, conservado en griego, establece que los cristianos no sean castigados por serlo, sino sólo si actúan contra las leyes (ti para; tou;" novmou" pravttonta").
2. El cristiano Orígenes (mediados del s. III), antes de la persecución de Decio (250), dice que los mártires habidos pertenecen a un tiempo ya lejano y, en el Contra Celso (248), que podrían contarse fácilmente los mártires que dieron su sangre por la fe. Para las persecuciones o castigos hasta Marco Aurelio, pues, los testimonios son del orden de las unidades o de las decenas de mártires, "muy fáciles de contar" (sfovdra eujrivqmhtoi), según Orígenes.
3. Para la época de Decio y Valeriano y los reinados anteriores a Diocleciano a partir del Edicto de tolerancia de Galieno (260), contando con las víctimas cristianas de motines populares y de las muertes bajo Aureliano, Tácito y Probo, la cifra es del orden de algunos centenares. Galerio decreta que no se actúe contra los cristianos ita ut ne quid contra disciplinam agant, con tal de que no actúen contra el orden legal.
4. En la "gran persecución" de Diocleciano, el cristiano Eusebio facilita las cifras de mártires en Palestina: en ocho años de persecución oficial (303-311), en las por entonces dos provincias de Palestina I y Palestina II, hubo 44 ejecutados, incluidos un palestino muerto en Antioquía, otro en Alejandría, un mártir de Tiro, otro en Gaza y tres cristianos egipcios muertos en Ascalón. Hubo, además, 42 deportados que fueron ejecutados al final de la persecución. Un total, pues, de 86. Entre ellos no figura ningún obispo. Eusebio, que era bien conocido, no sufrió persecución ni daños las bibliotecas cristianas de las dos ciudades principales, Cesarea y Jerusalén. Bastantes de los perseguidos habían adoptado actitudes de provocación, esto es, de proclamación pública de su disidencia. Según Eusebio y Lactancio, no hubo ninguna ejecución en la parte del Imperio sujeta al gobierno de Constancio Cloro y el propio Eusebio atestigua que, tras la abdicación de Diocleciano y Maximiano (305), ya no hubo mártires en Occidente, ni tampoco con sus sucesores, Constantino y Majencio, por lo que la "gran persecución" en Occidente no duró ocho años, sino dos. Según ello, una cifra verosimil para el total del Imperio podría ser la de 2.500 a 3.000 mártires.
5. La cifra global para todo el Imperio hasta el final de la "gran persecución" pudo, pues, como mucho, situarse en las 10.000 víctimas, cifra probablemente muy excesiva.
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